Arte y Agua I: Antes del agua de grifo
Un paseo por la historia a través de los objetos y las obras artísticas que muestran cómo era la vida antes de la llegada del agua a los hogares.
Los objetos expuestos en el Museo de las Aguas toman vida en la obra de grandes artistas y nos hablan de los tiempos cuando todavía había que ir a encontrar el agua fuera de las casas.
La polea
Antes de que el agua llegara al grifo de los hogares, había que ir a buscarla a las fuentes públicas o a los pozos, sólo habilitados en algunas casas. La polea reducía el esfuerzo a hacer para extraer el agua gracias al cambio de dirección de la fuerza aplicada.
El pintor Santiago Rusiñol (1861-1931), partiendo de los usos y costumbres de sus contemporáneos, fue un testimonio plástico de la importancia del agua, tanto para los usos prácticos cotidianos, como para ambientar con vegetación los típicos patios interiores del s. XIX.
En su conocida pintura El patio azul, reproduce con detalle la polea más elemental, utilizada para pouar el agua.
La bomba manual
La necesidad de reducir el esfuerzo para obtener agua supuso innovaciones técnicas que facilitaron esta tarea, a partir de un juego de presiones. La primera bomba data del siglo III a.C.
William-Adolphe Bouguereau (1825-1905), destacado pintor francés, naturalista y romántico, nos muestra una joven, sentada junto a una bomba manual, con la expresión de poética timidez propia de la pintura bucólica.
Tal y como evoca el título de la obra, el disgusto de la chica se debe a que el cántaro se le ha roto, privándola de la anhelada agua.
El cántaro
Este es probablemente uno de los recipientes de agua más antiguos que se conocen. Su forma primitiva ha ido evolucionando y traspasando épocas y continentes, sin perder su alto grado de eficacia en el mantenimiento del agua fresca.
En La recolección de la malvasía, Joaquim de Miró i Argenter (1849-1914) enfatiza con claridad el uso del cántaro como elemento esencial en los trabajos agrícolas hasta bien entrado el siglo XX.
La herrada
La herrada, objeto típico de las culturas de pastoreo (ovejas, cabras) y explotación de ganado bovino, es utilizada como recipiente para contener y transportar agua, leche y otros líquidos.
El método de transporte se puede observar en el cartel publicitario de Josep Morell i Bofarull (1899-1949) Mujer con herrada en la cabeza y granero de fondo, donde se representan varios elementos etnográficos gallegos con el objetivo de fomentar el turismo.
La herrada se muestra estable sobre la cabeza de la protagonista.
Madera de lavar
La limpieza de la ropa doméstica obligaba a ir a espacios públicos donde la mesa de lavar era un útil básico. La madera facilitaba el trabajo, al poder apoyarse.
En esta fotografía pictorialista, elementos nada casuales como la expresión facial y el tronco retorcido de la mujer, producen un fuerte impacto visual y sintetizan a la perfección la dureza y la intensidad del lavado manual de la ropa.
Lavamanos y jarra
Los conceptos de limpieza e higiene mediante el agua sufren una transformación fundamental a finales del siglo XIX. Un elemento doméstico tan común como el lavamanos, presente en muchas de las estancias destinadas a dormitorio, se perderá con la llegada del agua de grifo.
Un dormitorio tan austero como colorista dará la oportunidad a Vincent van Gogh (1853-1890) de casi inventariar los elementos esenciales para una habitación individual a finales del siglo XIX.
El pintor incorpora el lavamanos y la jarra como mínimos vitales, en su conocida obra pictórica Dormitorio en Arles.
Bañera de asiento
Hasta bien entrado el siglo XX, el baño se utilizaba principalmente con fines terapéuticos. La aparición de nuevos recipientes prometía nuevos usos del agua, como el cuidado y el alivio de dolores o, sencillamente, un descanso placentero.
En esta ilustración de diario se representa a un personaje burgués cómodamente instalado, fumando y leyendo la prensa en una bañera de asiento, como caricatura de la burguesía británica.
El cossi
El cossi aparece en la mayoría de casas. Debido a la robustencia de su estructura, su función, aparentemente simple, se hizo imprescindible en el lavado, escurrida, transporte y tendido de la ropa.
Edgar Degas (1834-1917) pinta a mediados de la década de 1880 una serie de siete pasteles con un mismo motivo, el de una mujer recogiendo agua con una esponja durante la limpieza personal, dentro de un cosquillo ancho y poco profundo.